Capítulo 29

—¿Está todo listo? —preguntó Rubén al entrar a la sala de estar, donde la luz del mediodía se filtraba por los ventanales y bañaba el salón de tonos dorados.

—Sí, señor, el personal tiene todo organizado y sabe exactamente qué hacer—respondió Héctor en tono solemne, parado en el umbral como una estatua vigía, con su libreta en mano.

Olivia hojeaba una revista sin mucho interés, con una taza de té ya fría al alcance de la mano, y Violeta, sentada muy derecha, lucía orgullosa el famoso vestido azul, con un delantal blanco estampado con una cruz roja. En su cabecita llevaba el cabello recogido en una coleta, adornada por un enorme moño blanco, y un estetoscopio de juguete colgado del cuello. A su lado reposaban algunos de sus peluches favoritos, cubiertos con vendas color rosa y varias curitas.

Rubén sonrió al verla, imaginándola en su papel de enfermera, aunque una punzada le tensó el pecho. Violeta se tomaba muy en serio su rol, y temía que Rosanna no supiera ponerle límites. Le lanzó
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