Un par de días después, Alexander no conseguía conciliar el sueño y es que, aunque no lo reconociera esa quietud no le hacía sentir bien. Estaba hastiado del silencio y el no tener nada que hacer lo estaba volviendo loco; después de todo había pasado su vida entera en el caos de la ciudad. No lograba conciliar el sueño, así que decidió salir a nadar un poco aun cuando fuese medianoche.
Esperaba que le agua fría de la piscina exterior le hiciese sentir mejor; además de cansarlo lo suficiente.
No había nadie más que Emilia en la casa y hacia un par de horas que se había retirado a descansar, así que se desnudó por completo y se escabullo al jardín.
Poseía un excelente estado físico, así que llevaba poco más de media hora nadando sin parar en un ir y venir por todo lo largo de la piscina. Fue de ese modo, hasta que de pronto las fuerzas al fin le fallaron y se vio obligado a detenerse, flotando tranquilamente en el agua, mientras su respiración se tranquilizaba poco a poco.
La luna br