Capítulo 52
Esta era la primera vez que Luciana publicaba algo desde que se hicieron amigos.

Fernando miró por la ventana. Con el tifón que se anunciaba esa noche, ¿Luciana estaba sola en Pomacollo? Sin pensarlo dos veces, agarró su abrigo, el teléfono y las llaves del auto antes de salir apresuradamente.

—Fernando, ¿a dónde vas?

La voz que lo detuvo era la de su madre, Victoria.

Fernando se detuvo, con un tono cargado de frialdad:

—Ya soy adulto, ¿necesito tu permiso para salir?

—Eso no es lo que quiero decir —respondió Victoria, incómoda—. Solo que... el clima no está bien. Además, esta noche, tu padre invitó a algunos de tus tíos a cenar...

Fernando dejó escapar una risa amarga.

—¿Tíos? Seguro que no faltarán las hijas de ellos también, ¿no?

Desde que había vuelto, su familia no había dejado de organizarle este tipo de cenas. En realidad, eran citas arregladas. Todas esas chicas eran claramente las elecciones meticulosas de Victoria, quienes cumplían con sus estándares para una futura nuera.

Fe
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