—Gracias —dijo Victoria, despidiéndola.
Cuando la enfermera se fue, Diego suspiró largamente.
—Pues, parece que Luciana ha sido de gran ayuda.
A pesar de que ellos no entraron la noche anterior, habían permanecido observando todo tras la ventana de cristal, viendo cómo Luciana no se separaba de Fernando.
—Sí —coincidió Diego, con el ceño fruncido—. Hablando con sinceridad, Fernando y Luciana hacían una pareja excelente… Eran muy compatibles.
Si uno ignoraba la diferencia de clases y el asunto de Pedro —el hermano con autismo—, parecían la pareja ideal.
—Ya no vale de nada lamentarse —murmuró Victoria, después de unos segundos—. Nosotros mismos los separamos… y arruinamos la vida de nuestro hijo.
Guardaron silencio un instante, hasta que Victoria añadió de pronto:
—Escuché que el hermano de Luciana no padece un simple autismo, sino que resulta ser un genio, una de esas mentes excepcionales que a veces se dan en el espectro.
Diego arqueó las cejas, sorprendido.
—¿En serio?
—Sí. Tengo ent