Capítulo 482
Tras terminar de comer, Alejandro cumplió lo prometido y la llevó a la casa de Martina. Simón ya había llevado el equipaje antes.

—Listo, ya llegamos. Voy contigo arriba —anunció Alejandro en cuanto se estacionaron.

Luciana agitó la mano con un gesto impaciente y empezó a subir las escaleras.

De pronto, sintió que él le tomaba la mano. Sin mirarla directamente, Alejandro comentó con naturalidad:

—Este edificio es viejo y la luz del pasillo está fundida. ¿Qué pasa si te tropiezas?

Así de minucioso y considerado era él. Incluso en ese momento, ¿realmente era necesario tanto cuidado?

Luciana ya no quiso discutir. Dejó que la ayudara. Con el tiempo, Alejandro entendería que ella no estaba haciendo un berrinche ni jugando a hacerse la difícil.

***

Al día siguiente, Luciana tuvo un día muy ajetreado. Por la mañana, tenía un montón de expedientes y de historias clínicas que revisar; por la tarde, debía atender la consulta externa.

Estaba a punto de terminar con sus pacientes cuando, de repen
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