Aunque no fuera una gran chef, al menos sería comida familiar.
—Está bien —aceptó Ricardo, quien, con poco apetito, comió un par de bocados antes de retirarse a descansar.
Un rato después, volvió a salir de su habitación y le dijo:
—Si vas a salir, fíjate si encuentras ropa interior para hombre. Olvidé traerla.
—Oh, claro.
Luciana asintió, terminando de comer lentamente. Luego revisó en su teléfono los alrededores y encontró un supermercado cercano, bastante grande.
Después de tomarse un momento para cambiarse de ropa y prepararse, salió del hotel.
El día estaba hermoso, con un cielo despejado y el sol brillando cálidamente. Luciana decidió caminar tranquilamente hasta el supermercado, disfrutando el paseo.
El supermercado era amplio y encontró todo lo que necesitaba. Compró ingredientes y, finalmente, se dirigió a la sección de ropa masculina, donde eligió un par de prendas básicas y funcionales.
Con las bolsas en la mano, regresó al hotel a paso lento, como si fuera un paseo relajant