—¡Jajaja!
Enzo no pudo contenerse y soltó la carcajada. Tomó una caja de regalo del asiento de al lado.
—La paleta era para la Luci chiquita; de niña no pude comprarte ni una. Esto… —levantó la tapa— es para ti.
Dentro había un clásico de Éclat Royale, azul zafiro, impecable.
—¿Te gusta?
Luciana abrió la boca sin saber qué decir. A “gustarle” le gustaba… y, de algún modo, ya lo había aceptado con la mirada. Pero, ¿debía recibirlo?
Como si adivinara su duda, Enzo cerró la caja y se la acercó.
—Tómalo. Me lo traje a cuestas desde Toronto. Estuvo pesado, ¿eh?
Ella no pudo evitar reír.
—Es demasiado caro.
—No lo es —dijo él en serio. En sus ojos oscuros se veía el peso de una culpa antigua—. No te sostuve ni un solo día. Esto no compensa nada. Tú debiste crecer a mi lado, vivir como una princesa, con Valérie Couture en el clóset y Éclat Royale al hombro…
Su hija había pasado demasiadas cosas.
A Luciana le ardieron las orejas.
—Entonces… lo acepto.
—Eso —Enzo sonrió amplio y entrelazó los d