—¡Pff…! —Luciana no aguantó y soltó la carcajada—. ¿No será para tanto?
—¡No exagero! —Martina abrió los ojos de par en par—. La mamá de Salvador me agarró la mano y me dijo que, de ahora en adelante, me van a “fortalecer” el cuerpo. ¡¿Qué tiene mi cuerpo que fortalecer?!
—Jajajaja… —Luciana no podía parar; le dio un vistazo a la cintura de su amiga y hasta le pellizcó el talle—. ¿Cómo que no? ¡Mira esa cinturita!
—¡Ah, con que de graciosa! —Martina fingió enfado, se puso de pie de golpe y se le fue encima—. ¡Para que te burles!
—¡Jajaja…! —Luciana era cosquillosa; se le salían las lágrimas—. ¡Ya, ya! ¡Perdón! ¡Me rindo!
La puerta del vestidor se abrió de golpe.
—¡Luci! —entraron Salvador Morán y Alejandro Guzmán.
No sabían qué pasaba; Alejandro solo escuchó a Luciana pidiendo “¡ya, ya!” y se adelantó a separarlas. Le lanzó a Martina una mirada poco amable.
—¿Qué te pasa? —Martina se quedó entre divertida y molesta—. ¿Crees que la estoy maltratando? ¿Qué somos, “amigas de plástico”?
—¡