—Despacio…
Alejandro tomó una servilleta y le limpió al abuelo la comisura manchada de caldo.
—Amy volvió —dijo en tono suave—. Te encanta su sazón. De ahora en adelante, que cocine ella.
—¿Eh? —Miguel alzó las cejas—. ¿Regresó?
—Sí.
—Tú, mocoso… —lo fulminó con la mirada—. Dime la verdad, ¿hiciste algo?
Amy ya se había jubilado para cuidar a su nieto, ¿cómo que volvió?
—No habrás ido a amenazarla, ¿verdad?
—¿Cómo crees? —Alejandro sonrió con impotencia—. Amy me crió; para mí es familia. ¿Cómo la voy a presionar? Se enteró de tu enfermedad y ella misma pidió volver.
Como él la ve parte de la casa, Amy también los ve a ellos como su gente.
Pasó la vida en la Casa Guzmán y, tras jubilarse, la familia siguió cuidándola con todos los beneficios.
Cuando supo que el viejo patrón estaba enfermo y sin apetito, pidió regresar.
Alejandro, en retribución, le consiguió una niñera para su nieto. Amy sabe que a los Guzmán no les duele gastar en eso, y no se negó.
Al ver a Miguel comer con tantas gan