Si ella le daba una respuesta negativa, con el carácter de él, seguro la sacaría de allí en ese mismo instante.
Entonces, su historia de amor por fin estaría completa.
Pero, ¿y Fernando?
Fernando acababa de despertar y seguía medio inválido; aunque entre ellos no hubiera amor de pareja, era alguien a quien ella apreciaba de verdad.
Además, le debía demasiado.
Su corazón pesaba como una losa.
Luciana dijo despacio:
—Lo amo, lo amo a él.
Al escucharla, Alejandro se quedó de piedra; sintió que el corazón se le congelaba y el frío le corría por todo el cuerpo.
¿Amor? Ella dijo que lo ama…
Entonces, ¿qué le quedaba por hacer?
Quiso aprovechar la ocasión para ser un villano por ella y ni siquiera eso le permitió.
—Oh… —Tras un buen rato, al fin murmuró, asintiendo sin vida—: Está bien… está bien.
La nuez se le movía violentamente; las palabras le salían sin querer y sonaban incoherentes.
—Entonces… que sean felices.
Luciana lo vio pálido.
—Ale, ¿estás bien?
—Bien —forcejeó una sonrisa—. ¿Qué