—Pero…
Luciana se detuvo un instante y miró a Alejandro.
—En los últimos días mi papá vino por nosotros y también apareció Mónica; me cae pésimo y hasta hizo que la abuela se disgustara.
Alejandro lo entendió.
Así que el problema arrancaba allí.
Quiso aclarar el asunto, pero mencionar a Mónica delante de Luciana no le parecía prudente; además, existía la remota posibilidad de que… no se tratara de Luciana.
Después de tantos años, las fechas ya no cuadraban con exactitud.
Contuvo la duda y la emoción; con gesto sereno, dio unos golpecitos sobre el álbum.
—¿Le dedicaste un álbum entero? ¿Tan enamorada estabas? —sonrió.
—¿Eh?
Luciana parpadeó, tomó el cuaderno y lo hojeó. Asintió sin reparo:
—Me gustaba, sí. En aquel entonces lo quería muchísimo… aunque no entendía bien esa emoción.
No temía que Alejandro se molestara; al fin y al cabo, era cosa del pasado.
—Ustedes los hombres no lo ven igual. Él… era el prototipo perfecto para una adolescente: un poco distante, enfermito, en silla de ru