Capítulo 1104
—…—Juan se irguió—. Entendido, Alejandro.

Los dos hermanos, Juan y Simón, se cruzaron una mirada y salieron.

Al llegar al pasillo soltaron por fin el aire contenido.

—Alejandro nos trae en ascuas —murmuró Juan.

—¿Y qué quieres? —replicó Simón—. A cualquiera lo tumbaría algo así.

Se quedaron viendo el suelo y soltaron un suspiro sincronizado.

***

Cuando volvieron, Alba ya estaba despierta. Alejandro acababa de darle algo de comer y miraban caricaturas en la tablet.

La niña, acurrucada en su pecho, se portaba como un ángel.

De vez en cuando padre e hija comentaban lo que pasaba en la pantalla: la imagen misma de la paz.

—¿Lo ves… normal? —susurró Juan. Aquella calma resultaba inquietante.

—No; está aguantando a pulso —contestó Simón—. Se repite que Luciana está bien… es lo único que lo mantiene.

Ambos tragaron saliva: si la peor noticia se confirmaba, ¿qué sería de Alejandro?

Mejor ponerse a trabajar; mirarlo así les desgarraba el ánimo.

—Papá —Alba alzó la carita después de un rato—. ¿C
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