Lucía miró a Mateo aturdida, notando su rostro extremadamente frío y sus ojos gélidos cuando habló con indiferencia:
— Has estado actuando de forma extraña últimamente. ¿Acaso temes que te descubra?
El corazón de Lucía dio un vuelco:
— ¿Extraña en qué sentido? ¿Descubrir qué o qué?
— Desde que comenzaste a buscarme mujeres, noté tu comportamiento anormal, y esas visitas secretas al hospital —respondió Mateo.
Lucía evitó su mirada:
— Mi vida transcurre con total normalidad. Estás imaginando cosas.
— Entonces dame una explicación, ¡una razón convincente! —Mateo siempre había tenido la sensación de que Lucía ocultaba algo, como si guardara un secreto que él estuviera a punto de descubrir, aunque todavía no pudiera adivinar cuál era. Solo podía esperar que ella se lo confesara personalmente.
Lucía entrelazó sus manos para calmar su nerviosismo y habló con tono despreocupado:
— Mateo, ¿no te has dado cuenta de que eres tú quien actúa extraño?
— ¿Yo?
Tras un momento, esa fue la única respues