Diego frunció el ceño mientras seguía fumando:
—No lo digas de esa manera tan desagradable. ¿Cómo no te lo devolvería cuando tenga dinero? Te lo devolveré en el futuro, solo tienes que prestármelo ahora.
—No tengo dinero para prestarte —respondió Lucía—. Si no hay nada más, no seguiré charlando contigo.
Diego, viendo que ella se marchaba sin mirar atrás, sin mostrarle el menor respeto como tío, arrojó el cigarrillo al suelo y dijo agresivamente:
—Lucía, no me obligues a enfrentarme a ti. ¡Las cosas podrían ponerse muy feas!
Lucía se subió a su auto y se marchó.
Conocía demasiado bien lo que quería su tío. Toda su familia era bastante toxica y pedían tal cual pozo sin fondo; si les daba dinero una vez, seguirían pidiéndole más en el futuro.
Esta escena fue presenciada por Karen, quien observaba desde un rincón. Viendo a Diego furioso y lleno de resentimiento hacia Lucía, se le ocurrió otra idea.
Si lograba que Lucía desapareciera de este mundo, nadie podría amenazarla a ella ni a su beb