Bueno, que empiecen LOS JUEGO DEL HAMBRE...
Capítulo 64 —Se supone que ya lo hicisteNarrador:Nadia parpadeó, tratando de recuperar el aliento que Massimo le había robado con ese simple gesto.—Gracias —murmuró, sin encontrar nada más que decir.Massimo no respondió de inmediato. En su lugar, retrocedió un paso y le ofreció el brazo con naturalidad, como si aquello fuera lo más lógico del mundo. Como si no acabara de dejarla completamente trastornada con su cercanía.Ella dudó por un segundo, pero al final, deslizó su mano sobre su antebrazo, aferrándose con suavidad.Fue entonces cuando él lo notó.El leve temblor en sus dedos. La forma en que su respiración no terminaba de estabilizarse. El sutil movimiento de su pecho al subir y bajar, como si intentara ocultar su inquietud.Massimo frunció apenas el ceño.Sin decir nada, soltó su brazo y la tomó por la cintura, atrayéndola un poco más hacia él.—Tranquila —murmuró contra su sien, en un susurro tan bajo que solo ella pudo escucharlo—. Estoy contigo.Nadia sintió un escalofrí
Capítulo 65 —No aguanto másNarrador:Apenas se separaron, un tumulto de invitados se arremolinó a su alrededor en cuestión de segundos. Nadia apenas tuvo tiempo de procesar el beso cuando sintió una oleada de felicitaciones, copas alzadas y palmadas en la espalda. Isabella se acercó con su elegancia impenetrable, asintiendo con aprobación mientras tomaba la mano de Nadia entre las suyas y deslizaba su mirada analítica sobre el anillo.—Finalmente, las cosas están en su sitio —sentenció con una leve sonrisa de satisfacción.Nadia apenas pudo reaccionar antes de que alguien más la jalara hacia un abrazo improvisado, seguido de otro, y otro más. Los flashes de las cámaras iluminaban el salón a medida que los fotógrafos oficiales capturaban cada momento, inmortalizando su compromiso ante los ojos de toda la alta sociedad.El brindis se llevó a cabo en la mesa principal, donde las copas de cristal chocaron con un tintineo armonioso. Massimo mantenía su brazo en la cintura de Nadia, sus ded
Capítulo 66 —No quiero excusasNarrador:Massimo condujo a toda prisa, con la misma determinación con la que hacía todo en su vida. Sus manos firmes sobre el volante, su mirada fija en la carretera, su mandíbula tensa como si estuviera conteniendo algo demasiado peligroso para soltarlo en ese momento.Nadia lo miraba de reojo, con el pecho subiendo y bajando con la respiración aún alterada. No preguntó a dónde iban, no intentó detenerlo. Sabía que, aunque lo hiciera, no serviría de nada.El paisaje cambió lentamente. Las luces de la ciudad quedaron atrás, los edificios fueron reemplazados por espacios abiertos y la oscuridad de la noche se hizo más densa. Massimo tomó un camino estrecho, bordeado por árboles altos que parecían devorar la carretera en sombras alargadas.Su corazón latió más fuerte, no por miedo, por expectativa.Finalmente, el coche se detuvo frente a una construcción de madera, una cabaña discreta, sin demasiadas pretensiones, pero lo suficientemente apartada como para
Capítulo 67 —Voy a volverme loco contigoNarrador:El sonido que salió de la garganta de Massimo fue casi un gruñido animal, bajo y gutural.Y entonces, la besó.Pero no fue un beso tierno, no fue un roce suave o una caricia inocente. Fue hambre, fue desesperación, fue una toma de poder absoluta.Sus labios se estrellaron contra los de Nadia con una fuerza que la dejó sin aliento. Su boca exigente, sus manos firmes en su cintura, su cuerpo presionándola contra la pared sin dejarle escapatoria.Y luego, su lengua. Entrando en su boca sin pedir permiso, deslizándose con una lentitud exasperante al principio, explorando cada rincón, cada curva de su boca como si le perteneciera.Nadia jadeó contra sus labios, su cuerpo reaccionando antes que su mente, su lengua encontrando la suya en un duelo peligroso, en una entrega que no podía detener.Massimo gruñó de nuevo, esta vez más profundo, más oscuro. La devoraba.Sus dedos se enredaron en su cabello, inclinando su rostro justo como quería, p
Capítulo 68 —PídemeloNarrador:Massimo descendió lentamente, su boca dejando un rastro ardiente sobre la piel de Nadia, reclamándola con cada beso, con cada roce de su lengua.Su cuerpo temblaba bajo su toque, sus suspiros entrecortados eran música para él.—Massimo… —jadeó, su voz rota entre la necesidad y la rendición.Y él sonrió contra su piel. Sabía que la estaba llevando al borde, que su control pendía de un hilo.—Te advertí que te haría mía esta noche —susurró contra su pecho, dejando un beso lento justo en el centro —Y cuando lo haga, no habrá vuelta atrás.Su lengua salió a explorar, rozando su piel con un calor abrasador, dejando pequeños círculos húmedos que se evaporaban con la diferencia de temperatura entre su aliento y su piel. Nadia se arqueó bajo él, su cuerpo reaccionando a su tacto antes de que su mente pudiera procesarlo.Massimo atrapó uno de sus pezones entre los labios, mordiéndolo apenas, succionándolo con la presión exacta para arrancarle un gemido ahogado.—
Capítulo 69 —No hay vuelta atrásNarrador: Nadia no pudo responder, porque ya lo sabía. Massimo permaneció inmóvil por un instante, dándole tiempo, permitiendo que su cuerpo lo aceptara por completo. Su respiración era errática, su autocontrol pendía de un hilo, pero esto no era solo deseo. Era algo más profundo. Nadia se aferró a sus hombros, sus ojos oscuros fijos en los de él, su cuerpo temblando por la intensidad del momento.—Massimo… —susurró, su voz apenas un suspiro, una súplica.Massimo exhaló con fuerza, deslizando los dedos por su mejilla, asegurándose de que estuviera bien, de que no hubiera miedo, solo entrega.Y entonces, se movió. Un vaivén lento, calculado, un roce que la hizo jadear y arquearse contra él. Massimo apretó los dientes, sintiendo cómo el calor de su cuerpo lo envolvía, cómo cada movimiento era una tortura exquisita.—Dios, Nadia… —su voz era un gruñido bajo, controlado, contenido. Suavemente, volvió a moverse, con la paciencia de querer saborear cada segu
Capítulo 70 —Un miedo antiguoNarrador:—¿Cómo te sientes?Nadia se estremeció apenas, y sus labios se entreabrieron como si quisiera responder… pero se quedó en silencio. Él frunció el ceño.—Dímelo, piccola, necesito saberlo.—Estoy… —Nadia respiró hondo —No sé cómo explicarlo.Massimo se sentó, apoyando los brazos sobre las rodillas, sin dejar de observarla. No le gustaba verla así.—Inténtalo —murmuró.Nadia tragó saliva.—Es solo que… —bajó la mirada y su voz se volvió más baja, casi un susurro —No pensé que se sentiría así.Massimo sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—¿Así cómo?Nadia dudó un segundo antes de responder.—Tan… intenso.Él apretó los puños sobre las sábanas. Por supuesto que lo había sido. Había sido todo.—¿Te duele?Ella negó con la cabeza rápidamente.—No, un poco incómoda tal vez… solo… —soltó un suspiro nervioso y sus mejillas se encendieron aún más —No sé si pueda mirarte a la cara después de todo lo que hicimos. —Massimo entrecerró los ojos y un segu
Capítulo 71 —El anillo.Narrador: Nadia bajó la mirada, sintiendo el peso del silencio entre ellos. Su mano descansaba sobre su abdomen, aún temblorosa, aún procesando cada palabra que Massimo había dicho. Eres mía. No pienso dejarte ir.Entonces, lo vio. El anillo.Brillando en su dedo con el reflejo de la luz tenue de la cabaña.Un anillo hermoso, elegante, con una historia detrás que hasta ese momento no había querido preguntar.Lo giró lentamente con la yema del dedo, sintiendo su textura, su peso. Su significado.Massimo notó su mirada y, sin soltarla, deslizó la mano hasta tomar la de ella, entrelazando sus dedos con los suyos.—Era de mi madre —dijo en voz baja, con una profundidad que la hizo estremecer.Nadia alzó la vista, encontrándose con su expresión seria, intensa.—¿Tu madre? —susurró.Massimo asintió, con la mandíbula ligeramente tensa.—Mi abuela me lo dio. Me dijo que debía dárselo a la mujer correcta.Nadia tragó saliva.—Pero… esto comenzó como un juego.Massimo e