Capítulo 711
Cuando quiso pensar más al respecto, oyó ruidos en la sala. “¿Será Alejandro?”. Desde que aceptó que se quedara a dormir allí, le había dado una copia de la llave.

Salió a ver y, en efecto, era él, quien acababa de dejar el desayuno en la mesa y venía a abrazarla.

Sin decir nada, le sujetó el rostro con ambas manos y la besó. Todavía olía a menta, recién enjuagado con enjuague bucal.

—Mmm… —Luciana intentó apartarlo—. Ni siquiera me he cepillado los dientes.

—No importa —respondió Alejandro, con una voz ronca y baja—. Me encanta tu sabor sin importar qué… Anoche me moría de ganas de tenerte abrazada.

Le explicó que había llegado demasiado tarde y temió interrumpir el sueño de Luciana, así que prefirió no entrar a su habitación. Sobre su seguridad, no había problema: durante el cambio de cama, él instaló cámaras con monitoreo en tiempo real desde su celular. Si Luciana se sentía mal por la noche, él podía acudir de inmediato.

Mientras desayunaban, ella miraba de reojo a Alejandro, como
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