LEONARD
CUATRO MESES DESPUÉS.
—¿Cómo estás?
¿Cómo estaba? Era absurda la m*****a pregunta, ¿Cómo podía contestarla?
Un espectáculo luminoso, por encima de los rascacielos y las grandes luces naturales serpenteaban el cielo con sus luminosos tonos verdes y azules. Las auroras, como gigantes espectros espirituales entre la ciudad, era una visión inquietante no tenía las fuerzas suficientes para apreciar otra cosa.
Me había sumido en mi propia burbuja todos estos meses, haciendo simplemente lo necesario para seguir, rogándole al cielo por un milagro.
Carlo a mi espalda, soltó un ligero resoplido.
—Ha llegado esto—dijo colocándolo cerca de mí—. Tómalo como una ofrenda de paz.
Gire para mirarlo, ni siquiera podía recordarlo.
—Ir a su funeral no era una buena idea—contesté cavilando.
—Lo sé—suspiró—pero Marco… ¿tercero? Se ha tomado la molestia de enviarte esto y lamenta lo sucedido.
Solté un suspiro.
Hace solo unos meses que había sucedido todo, desde el atentado, el secuestro de Audrey y