«Vamos a estar bien. Te prometo que vamos a estar bien» aseguró Milo y Maddox solo cerró los ojos, echando atrás la cabeza en el asiento del avión.
«¿Tú también te sientes así?», le preguntó.
«Sí, pero no por la boba, sino por ti y por… Briccia. Ella me gusta» confesó Milo.
Maddox sintió el nudo en la garganta, y un dolor seco u profundo, como si poco a poco estuvieran aplastando su corazón.
«Milo… siento que me voy a morir…» dijo mientras sus ojos se cristalizaban. «Estoy cansado de esto que soy. Tú eres lo único bueno que tengo».
«Y Rhia, no lo olvides, y el imbécil de Casthiel… hay gente que nos quiere…» replicó Milo y Maddox suspiró. «Quizás, cuando todo se acabe, deberíamos irnos lejos».
Su lycan no contestó. Solo se aferró al puño de la Keqzhara y trató de no pensar en otra cosa mientras un hombre de la tripulación se acercaba a decirle que estaban por llegar a su destino.
Maddox jamás había est