William atendió mi herida rápidamente. Carolina no se despegó de mí ni por un momento, y Valentino no paraba de preguntarle a William cómo podía él hacer ese tipo de sutura. Me gusta la idea de que le guste este campo; es bastante útil.
— ¿Puedo hacerlo yo? — le preguntó Valentino a William.
— Cuando tengas seis años, te enseñaré — le aseguré.
Los ojos de Valentino brillaron de emoción, y su madre no se veía para nada contenta.
— Creo que con esto es más que suficiente. No hagas ningún tipo de esfuerzo, o se reventarán los puntos y dolerá el doble — me advirtió William.
Yo asentí y me levanté. Valentino levantó los brazos para que lo cargara, y así lo hice.
— ¿Escuchaste lo que dijo William? — me regañó Carolina, quitándome al niño de los brazos.
— Lo hice, pero Valentino no pesa mucho, así que no es ningún esfuerzo para mí levantarlo — le respondí.
Carolina me miró muy mal.
— Eres un imprudente, solo quédate quieto — me dijo.
Yo bajé la cabeza y le di un beso. Esta mujer me