18. Deseo y placer (DIEGO)

Las cosas se descontrolaron la última vez que Cali estuvo aquí, y sabía que no dejaría que volviese a pasar, aunque me muriese por volver a follármela. Debía poner punto y final a toda aquella fantasía estúpida. Tenía que volver a centrarme sólo en Marina y olvidarme de mi hermanastra.

Por eso cuando Javier me dijo que Cali volvía a casa, porque su madre tenía termitas y debía fumigar, y que ambas venían a pasar unos días con nosotros, me aterré. Me aterré terriblemente, pero no porque no desease verla, ¡Por Dios! Me moría de ganas de verla, sino porque temía, en lo más profundo de mi ser, no ser lo bastante fuerte para aplacar el deseo que sentía al pensar en ella de forma sexual.

Cuando llegué a casa papá y Tam estaban en el supermercado, y Calipso se encontraba regando las plantas que hab

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