Ella no dijo nada en todo el camino, ni siquiera cuando llegamos a su casa y llamamos a la puerta lo hizo. Podía notarla un poco nerviosa. Seamos sinceros, ella lucía aterrada.
Pasé mi mano por detrás de su espalda y la apoyé sobre su cadera, obligándola a mirarme, en el mismo instante en el que la puerta se abría y aparecía Tammy, la cual lucía tremendamente preocupada.
Las cosas fueron mucho mejor de lo que esperaba. Ella entró en la casa, junto a mí, y subió a su habitación