Emma
En menos de un parpadeo me encontré subiendo al departamento de mi jefe, en busca de mi hijo, o eso creo. Porque, en realidad no sabía qué hacía aquí, Oliver me había pedido quedarse y yo venía a buscarlo.
Cuando llego frente a su puerta, esta se abrió sin que toque, dejando a la vista al hombre que ahora me tenía atolondrada.
— Emma —saluda sonriendo y frunce el ceño segundos después.
Miré mi cuerpo y luego a él de nuevo.
— ¿Pasa algo? —la curiosidad me invade mientras intento comprender que le pasa.
— ¿Por qué no me pediste que lo llevara? —se corre para que pase —. No me mal entiendas, es que… si fuiste a cambiarte, yo podría haberlo acercado.
Abro mi boca y la cierro cuando me doy cuenta de su punto. La última vez que me vio estaba enfundada en un vestido, ahora con ropa deportiva, necesitaba asegurarme de que no pensara que venía en plan conquista.
Porque no venía en ese plan ¿No?
— Lo sé, pero necesitaba pensar… —suelto un suspiro — ¿Oli?
— Se durmió —señala el sillón —. Ti