Emma
Hay veces que uno no sabe lo que hace. Este sin duda era ese momento.
No sé, qué es lo que estoy haciendo.
Según yo, todo estaba bien. Logré volver a las grandes ligas y salir por primera vez con un hombre, luego de casi once años. Pero todo se sentía incorrecto.
No ha pasado nada con Brant, no más allá de algunos besos. Algo que hace muy bien, pero entre todo eso, no logro terminar de entender que es lo que tenemos, porque sus besos no me producen nada, literalmente nada.
«Al parecer Nicolás se había llevado lo fogoso que había en mí.»
Podríamos decir que básicamente lo veo como un amigo. Uno al que beso de vez en cuando, pero que no altera ni un solo nervio.
«Me había roto. Completamente fallada.»
Estaba sentada, observando la mesa. La vajilla de porcelana brillaba al igual que las copas. Un ramo de flores me esperaba justo al lado de mi plato.
Brant corrió la silla para mí y sonreí en respuesta, pero de nuevo me mantuve callada, lo había hecho todo el viaje y cuando hablaba so