Emma
Mi cabeza da vueltas, estoy mareada y siento que me falta el aire. Anoche no pude pegar un ojo; lo único que hice fue llorar por horas. Ver a mi hijo pidiéndole a Theo, que por favor nos ayudara, fue lo último que necesitaba, para que mi muro se viniera abajo.
Ahora solo queda esto: una Emma llena de miedo e inseguridades, que va camino al juzgado donde podría perder a su hijo.
Observo a Oliver por el espejo retrovisor mientras mira el paisaje. Unas sombras de ojeras se dibujan debajo de sus ojos. Desde que hablamos ayer, se ha retraído, y hoy no tiene ese brillo especial que lo caracteriza; solo hay tristeza, y eso me llena de desasosiego.
Si hay algo que no puedo tolerar, es ver a Oliver sufrir. Creo que a ninguna madre le gusta ver a sus hijos así, pero ser nosotros, sus padres, la causa de ese sufrimiento, lo hace aún peor. A pesar de que Theo insiste en que no tengo la culpa, no puedo evitar sentirme responsable.
Soy yo, la que no planteó una cuota alimentaria, ni la tenenci