Emma
Llevaba años fuera del mercado, desde que había tenido a Oliver, las cosas se volvieron un poco obsoletas para mí y ahora no sabía bien que hacer.
Me quedo ahí, observando la cama, intentando mantener la compostura y pensando en que podía hacer para que esto no fuera un bochorno para mí.
Theo me abraza por la espalda y mi cuerpo se relaja automáticamente. Sus yemas vuelven a jugar con mi brazo mientras besa mi cuello.
Cierro los ojos y me dejo llevar por ello.
— Estas cosas no se piensan, Emma —tomé aire y lo solté.
— Hace años que no me acuesto con alguien —admití apenada y se detuvo un momento.
— ¿Desde Oliver? —mordí mi labio.
Por un momento agradecí que no me viera, porque Theo permanecía a mi espalda y eso me ayudaba a que no viese la vergüenza que ahora parecía querer consumirme.
— Sí, desde Oliver.
Sus manos van a mis hombros y comienzan a bajar las tiras de mi camisón por mis brazos asegurándose de rozar mi piel, no dice nada, solo mantiene el silencio mientras se asegura