Emma
Mis pezones duros se marcaban a través del camisón, el calor de su cuerpo parecía acariciar el mío mientras colocaba sus codos a cada lado de mi cabeza y me observaba fijamente a los ojos.
Mordí mi labio intentando calmarme y sonrió.
— Sabes, Emma… —el tinte de su voz era totalmente seductor —… cada vez que te muerdes el labio así, me dan ganas de tomarte y devorarte.
Este era otro Theo, uno diferente. Nunca vi esa faceta del hombre que tengo frente a mí, jamás lo escuché hablar así de bajo o en su modo seductor.
— He pensado tantas veces como sería tenerte así.
Su boca está cerca de mi oído mientras pronuncia esas palabras, unas que van a dar justo a aquel punto sensible. Muerdo mi labio otra vez y se pega más a mi cuerpo.
— Tengo una duda —sus labios rozan mi mandíbula y tiemblo.
— Ummm —es todo lo que logro decir.
La risa ronca de Theo vuelve para dejarme un poco más tonta que de costumbre.
— Mejor dicho, no es una duda.
Mueve su mano a la mía que permanece a un lado de mi cue