Theo
Me mantengo caminando junto a Emma, con una sonrisa que no puedo disimular, disfrutando de la calidez de su mano entrelazada con la mía.
No puedo evitar mirarla de reojo mientras sigue conversando animadamente con mi madre, hablando de Oliver y de lo emocionada que está porque lo conozca. Lo curioso es que, en medio de esa charla tan común, mi cabeza no puede dejar de pensar en lo surreal que se siente todo esto: yo con una pareja. Y no solo eso, con Emma.
Recuerdo que la primera vez que la vi me encantó, también como mi abuela me prohibió acercarme con intensiones poco honestas.
Recuerdo sus palabras.
— Tiene un hijo, no puedes meterte en la vida de un niño, ilusionarlos y luego irte, porque si lo haces, te desheredo.
Ahora agradezco no haberme acercado en todo ese tiempo, de haberlo hecho, podría haber arruinado todo con ella, porque no era lo suficientemente maduro para eso, en aquel momento.
Mientras nos acercamos al café, noto que un par de personas nos observan. Los ojos cu