Adam
— ¿Se puede saber qué haces? — Su voz ronca e imponente hizo que mi piel se erizara.
— Papá… puedo explicarte — tartamudeé ya que, no solo su presencia me ponía nervioso, el hecho que viera a Raquel en mi casa no era nada bueno.
— Señorita Mayer puede retirarse de mi casa — Habló sin siquiera mirarla, Raquel lo conocía y sabía de lo que era capaz. Ella me ve y luego sale.
— No es lo que parece — me apresuré a mencionar.
— Entremos a la casa, este no es un tema que deba hablarse en cualquier lugar —. obedecí y lo sigo. Como se dieron cuenta no es que tengamos u