—¡Despierta! ... ¡Despierta querida Amy! — Una voz susurraba a mi oído
—¿Mamá? — Pregunté. Abrí mis ojos y me encontré en un lugar muy hermoso, un campo lleno de flores, la brisa soplaba en mi rostro y mi cabello bailaba al son de las olas del viento. Tenía puesto un vestido blanco a mis rodillas. No tenía zapatos pero no me importaba, el césped entre los dedos de mis pies se sentía agradable.
— ¡Mi linda niña se ha convertido en una hermosa mujer! — Escuché esa voz, aun seguía igual. Era la voz de mi padre. Me giré y lo encontré junto a mi madre. Ambos estaban con ropas blancas. Mi madre estaba hermosa, seguía igual de bella, tal y como la recordab