Capítulo 8.
El teléfono se le escapó de la mano, cayendo al suelo con un estrépito. En la pantalla, la duración de la llamada seguía aumentando. El dormitorio quedó sumido en un silencio tan absoluto que se podía oír caer una aguja.
Él sintió que había oído mal algo.
¿Qué quiso decir el profesor con eso de; cómo podría haber regresado Ámbar?
Su respiración se aceleró y el latido de su corazón retumbaba en sus oídos, era como si un hilo en su mente se hubiera estirado hasta el límite, a punto de romperse en cualquier momento.
La mente de Ricardo quedó en blanco, pero tras un largo instante, recogió el teléfono.
—No creo que le haya entendido. ¿Qué acaba de... decir?
La voz al otro lado se fue alejando cada vez más en sus oídos, porque ese hilo mental finalmente se rompió.
—Otros quizá no lo entiendan, pero tú, Ricardo, ¿cómo puedes no entender?
—Si no te hubieras retirado en el último momento, Ámbar no habría obtenido esa plaza, ella me dijo que te retiraste por esa chica... Wendy, ¿verdad?
El rost