Lancémonos (1era. Parte)
La misma noche
Columbia
Matthew
Si tienes dudas de lo que siente alguien, hay ciertos indicios para descubrirlo. La mirada esquiva, la forma en que evita el contacto visual cuando sabe que algo duele. Su postura, tensa, incómoda, como si le quemara estar en el mismo lugar. Pero la verdadera confirmación, el punto sin retorno, son los celos.
Sí. Los malditos celos. Tan desagradables como reveladores. Porque por más que alguien lo niegue, los celos no mienten. Son la reacción visceral del que siente. No del que dice sentir. Del que realmente está atrapado.
Y no hablo solo de los hombres. Las mujeres también son territoriales. Aunque vayan por la vida pretendiendo indiferencia, equilibrio, madurez emocional, basta con ponerles enfrente la amenaza justa, esa que toca el nervio correcto… y se acabó la calma. No toleran la competencia. Menos aun lo que perciben como una humillación.
Puede que no hagan escándalos. No todas son de esas que gritan o montan escenas. Algunas son más sutiles. Más