Lancémonos (2da. Parte)
La misma noche
Columbia
Kelly
Supongo que tengo cero en materia de amor. Tal vez una incapacidad crónica para aceptar que alguien se interese en mí sin segundas intenciones. Culpa de mi posición, de lo que represento. O, en el fondo, del pragmatismo de mi padre, que me enseñó a leer a las personas como si fueran un contrato con cláusulas ocultas.
No tengo una respuesta clara, tampoco la busco. Solo sé que, hasta ahora, todo en mi vida sentimental se resumía a eso: aventuras. Encuentros casuales, nada de ataduras. Besos prestados, cuerpos que se tocan y se olvidan. Sin promesas. Sin consecuencias. Sin dolor.
Lo malo es que… quise jugar con fuego. Y en el camino, acepté este matrimonio con Matthew creyendo que podía manejarlo. Error. Ahí perdí la capacidad de levantar muros. No sé cuándo pasó. No sé en qué momento, con qué mirada, con qué frase tonta o sonrisa desordenada… pero se coló. El idiota se metió en mi corazón, sin pedir permiso. Y desde entonces, todo lo que solía controlar de