Primera cita

Un par de llamadas con Karina después, todo estaba perfectamente coordinado para mi debut oficial como novia de mi bully de la prepa. 

Las instrucciones que me dieron fueron no publicar nada en mis redes sociales que pudiera confirmar o desmentir la noticia e ignorar los comentarios en la página en la que publicaba la historieta que mencionaran a Leo.

En lugar de hacer cualquier declaración oficial, Leo y yo íbamos a pretender salir en citas  y dejar que nos atraparan juntos, porque según el equipo de marketing de la productora de mi compañero de elenco el que nos “descubrieran” sería mucho más entretenido que un simple comunicado.

El siguiente viernes en la tarde fue por mí en un coche deportivo rojo que era diferente al de la noche en que me había pedido explicarle a su novia de verdad que no estábamos saliendo y que definitivamente llamaba demasiado la atención en un barrio como el mío.

— ¿No tienes un coche más llamativo?

Dije mientras me abrochaba el cinturón. 

Exhaló exasperado antes de responder. 

— Por supuesto que tengo un carro que uso cuando quiero pasar desapercibido, pero ese no es el caso el día de hoy ¿verdad? Si no íbamos a mantener la farsa de principio a fin, entonces no tenía caso que viniera por ti para empezar. 

Crucé los brazos en un gesto de obstinación.

— Bien, si se trata de la credibilidad entonces podrías abrirme la puerta la próxima vez… y por cierto, no me culpes si rayan tu precioso coche o te roban las llantas.

Él rodó los ojos y no se molestó en darme una respuesta, así que me giré a ver por la ventana y mantuve los brazos en la misma posición sobre mi pecho. 

Transcurrió prácticamente todo el trayecto sin que volviéramos a cruzar palabra, pero aunque el silencio estaba sofocándome me obstiné en mantener los labios cerrados a menos que él hablara primero.

No lo hizo hasta que estaba por entregarle las llaves al valet parking del restaurante que su equipo de relaciones públicas había elegido para nuestra primera cita. 

— Luces, cámara y acción, mi amor. 

Susurró mientras me abría la puerta del coche y me ofrecía la mano para ayudarme a bajar.

Jamás iba a admitirlo, aunque estuviera siendo interrogada por el mismísimo FBI, pero después de tanto tiempo soltera se sentía extraño que una mano más grande envolviera la mía, había una sensación en mi vientre que no había experimentado en mucho tiempo. 

— ¿Puedes volver a respirar por favor? Se supone que llevamos dos años saliendo ¿recuerdas? En ese tiempo seguramente hemos hecho mucho más esto. 

Dijo haciendo un gesto hacía nuestros dedos entrelazados. 

— El secreto para mantener el romance vivo es que cada vez sea como la primera, cariño. Además soy el tipo de novia inocente que se sonroja con las muestras de afecto en público. 

Respondí, haciendo todo lo que podía para que las mejillas no se  me pusieran del color de mi labial. 

Estúpidamente no se me había ocurrido considerar que mi papel implicaba contacto físico y no sólo eso, si no que debía parecer que era entre dos personas que estaban acostumbradas a estar cerca una de la otra. Ese iba a ser un problema más grande de lo que había anticipado. 

A alguien más suspicaz tal vez se le hubiera hecho extraño que no hubiéramos reservado una mesa más privada, pero a nadie pareció llamarle la atención, o quizá estaban demasiado distraídos con tener a una celebridad en frente.

Podía notar como la host y los meseros abrían los ojos como platos al reconocerlo y también miradas de reojo, pero nadie se atrevió a hacer ningún comentario.

Fue divertido ver a la chica que nos había llevado nuestras bebidas tratar de mantenerse profesional mientras le temblaban las manos y su expresión hacía obvio que estaba deslumbrada. Podía imaginármela dando saltitos de emoción y gritando en cuanto estuviera de vuelta en la cocina con sus compañeras. 

— Estoy segura de que Sofía ama toda la atención femenina que recibes cuando salen juntos. 

Dije riéndome para mí misma. 

Sí su novia se parecía en algo a la adolescente que yo había conocido, entonces se tomaría como una afrenta cada que los ojos de una mujer se convertían en corazones al ver a su novio, aunque también era posible que después de dos años saliendo con un tipo que bien podía pasar por la encarnación de Apolo ya se hubiera hecho a la idea. 

— No sabría decirte, no podemos salir muy seguido en público.

El tono en el que lo dijo me hizo sentirme culpable de haberlo tomado como una broma.

— Oh… lo siento, debe ser difícil mantener una relación en secreto por tanto tiempo.

Me llevé la copa de vino espumoso a la boca y fijé la mirada en las velas que adornaban el centro de la mesa para ganar tiempo mientras buscaba uba manera de cambiar el tema y aligerar  un poco el ambiente.

— Sofía ha sido muy tolerante ¿Sabes? Siempre me pregunto cuál va a ser la gota que derrame el vaso ¿Hasta cuando va a estar dispuesta a esperar a alguien que no puede ofrecerle una relación normal? … Y ahora va a verme haciendo con otra mujer cosas que no puedo hacer con ella cada que abra I*******m.

— Lamento mucho todo esto, de verdad.

Me disculpé sinceramente, aunque Leo probablemente no tenía idea de por qué.

No tenía idea de que había algo entre ellos y no había sido mi intención joder su relación, ni siquiera esperaba que mi mentira blanca afectara tanto la vida personal de Leo, pero no podía evitar sentirme como la bruja que mantiene a la parejita de enamorados aparte.

El atisbó de una sonrisa apareció en sus labios.

— ¿Por qué te disculpas por algo que no tiene nada que ver contigo?

Me encogí de hombros, tratando de no delatarme. 

— Sólo estoy empatizando con sus penas. 

Por enésima vez durante nuestra “cita” rodó los ojos, pero no pude percibir el mismo nivel de hostilidad en su expresión.

— Si de algo sirve, prometo que voy a hacer todo lo que esté en mis manos para no meterme entre ustedes y una vez que hayamos logrado nuestro propósito voy a desaparecer sin hacer aspavientos. 

Era cierto que por como había terminado mi amistad con Sofía no sentía que le debiera nada, pero de cualquier forma me sentía culpable por entrometerme en su noviazgo cuando ya tenía suficientes problemas.

— En ese caso, mejor nos aseguramos de hacer un buen trabajo para quitarnos a Karina de encima lo antes posible.

Dijo mientras me acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja. 

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