Iris
¿Qué dijo? ¿Qué me fuera? ¿Por qué tiene que gritarme de esa manera?
Mis ojos tiemblan de la bronca e impotencia que me genera todo esto, y para el colmo una lágrima se me escapa; no se si quiera por qué apareció, nunca fui de llorar y justo ahora viene a caer, en el momento más inoportuno que pudo existir.
Avergonzada y con mi orgullo herido, no me queda más que irme sin dar vueltas; salgo sin agregar más nada, resonando la puerta detrás mío.
—Bonito sostén.
Me doy vuelta para ver quién me está hablando, y resulta que es ese grandote licántropo que se estaba comiendo a la supervisora en la entrada.
Después de reconocerlo, miro mi pecho y descubro que aún no me puse la camiseta, y me apuro en vestirme.
—Imbécil —le digo mientras voy caminando de espaldas, a la vez que le levanto mi dedo medio.
—Nos vemos pronto —me dice con una sonrisa maliciosa en su rostro, manteniendo sus ojos en mí como si estuviera mirando a una presa.
Le doy la espalda y empiezo a caminar nuevamente todo es