Francine entró en la cocina intentando parecer natural, lo que, en su caso, significaba caminar recto, mantener el mentón en alto y fingir que el corazón no estaba a punto de escaparse por la boca.
— Oye, tardaste, ¿eh? — comentó Malu, cortando un tomate con la tranquilidad de quien sabe perfectamente que algo pasó. — ¿Ya volviste con el atardecer en 4K?
— El sol ya se había escondido — respondió Francine, dejando el celular sobre la encimera como quien dice “esto no significa nada”.
— ¿Ah, perdiste el momento? Qué pena. ¿Y las fotos? Quiero ver.
— No tomé ninguna — contestó demasiado rápido.
Malu dejó de cortar y giró solo la cabeza, sospechando.
— ¿Cómo que no tomaste? Saliste de aquí hablando de la piscina, de la luz perfecta, toda emocionada…
— No tenía buen encuadre. La luz no estaba pegando bien — Francine agitó la mano en el aire, descartando el tema. — En fin, ¿y esa ensalada? ¿Con qué la vas a aderezar?
— Con la verdad, si depende de mí — dijo Malu cruzándose de brazos y apoy