Más tarde, ya en casa, Natan se recostó en el sillón del despacho, con el móvil en la mano y los ojos fijos en el mapa.
El pequeño punto azul marcaba la última ubicación conocida del AirTag de Francine: el centro de la ciudad.
Frunció el ceño.
"¿Qué estaría haciendo tan tarde en el centro? ¿No piensa volver a la mansión?"
Pasó la mano por el cabello, desconfiado. Estaba seguro de que ella regresaría directo a casa… pero se había equivocado.
Algo no cuadraba.
Durmió inquieto.
A la mañana siguiente, antes incluso de que saliera el sol, despertó con el mismo pensamiento pegado a la cabeza.
Aún acostado, tomó el móvil y abrió la aplicación.
El AirTag seguía en el centro. Pero ahora en otro punto. Un lugar completamente aleatorio.
Se incorporó despacio, con la mandíbula tensa.
— No… — murmuró. — Ella lo descubrió.
Se levantó de un salto y comenzó a caminar de un lado a otro, inquieto.
— ¿Cómo pudo descubrirlo tan rápido?
Miró de nuevo el mapa, intentando calcular la ruta, los horarios, cua