Después del susto con el robo del bolso, Francine y Malu decidieron hacer una pausa.
El corazón todavía estaba acelerado y las piernas temblorosas. Un restaurante acogedor en la esquina pareció el refugio perfecto.
— Necesitamos comida, agua con gas y paz — decretó Malu, ya tirando de la silla.
— Y quizás un nuevo plan de vida — suspiró Francine, dejándose caer en el asiento.
Mientras esperaban los platos, Francine por fin soltó lo que tenía atravesado en la garganta:
— Malu, no vine solo a pasear. Necesitaba hablar contigo. Lo que dije ayer era en serio. Quiero irme a París.
— ¿París… pretendes participar en la Paris Fashion Week?
Francine asintió.
— Es la oportunidad de cambiarlo todo. De mostrar quién soy.
Malu entrecerró los ojos, práctica:
— ¿Y cuánto tienes?
— No mucho. Pero lo suficiente para irme. Solo que allá… tendría que buscar un trabajito para poder mantenerme un tiempo.
Antes de que Malu pudiera responder, el sonido de la puerta llamó la atención. Una voz familiar hablab