Sentí sus labios deslizarse por mis muslos, suaves y firmes, dejando un rastro de fuego que recorría cada nervio de mi cuerpo. Mis piernas temblaban de manera incontenible, y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, haciendo que cada fibra de mi ser se tensara y se estremeciera bajo su tacto. Su boca, cálida y experta, recorría mi piel con precisión, y mi cuerpo respondía antes incluso de que mi mente pudiera entender lo que estaba pasando.
El contacto de sus dedos dentro de mí era como un fuego que me atravesaba. Cada movimiento suyo me arrancaba gemidos involuntarios, haciendo que mi respiración se volviera entrecortada y mi corazón se disparara. Todo mi cuerpo se concentraba en la sensación de su boca y sus dedos, y la combinación me hacía perder el control, rendirme por completo a lo que él me estaba dando.
Cada caricia, cada roce, cada presión y cada desliz de su boca sobre mi piel me atravesaba con intensidad. No había espacio para pensar, solo para sentir, para dejar que su