Me arrodillé frente a él para estar a su misma altura, su mirada seguía perdida mirando a todos lados en busca de una respuesta. Los minutos pasaron y el olor de la sangre me comenzaba a marear.
—¿Cuánto tiempo ha pasado? —preguntó Nathan.
—Una hora, necesito que te cambies, no soporto el olor.
—Lo lamento, es solo que…
—No entiendo —lo interrumpí y me miró sorprendido—. Me refiero a tu comportamiento, mencionaste que ya habías hecho esto antes, pero actúas como si fuera tu primera vez y como si tuvieras una especie de remordimiento.
—Porque nunca he sido un asesino como Jaime. Mis primera veces fueron mucho peor y él se reía.
—¿Cómo puede?
—Estaba en todo su derecho porque yo sabía en que me estaba metiendo cuando empecé a trabajar para él, y lo que se esperaba era que estuviera a su altura.
—¿Y luego de las primeras veces te comenzó a gustar?
—Sí.
—También me comenzó a pasar…
—¿Qué? —se acercó e intentó cogerme de las manos, pero me separé de él—. No sabía que estaba pasando por lo