Mi corazón empezó a bombear sangre con fuerza en mi pecho; sentí los latidos incluso en la boca y los oídos, ahogándome con una presión inmensa. No podía creer lo que este vil hombre me decía. Iván Volkov no podía estar diciéndome la verdad. Negué enseguida, mirándolo con desprecio.—¿Por qué lo haría? —interrogué. No existen razones para hacerle daño a mis padres.—Cuando le dije que pedí a un médico que aliviara el dolor de su madre y que este se excedió con la dosificación de morfina hasta detener su corazón, lo enfureció tanto que ordenó la muerte de ese hombre… tu padre —lo dijo con tanta seriedad que un escalofrío me recorrió. Viktor sabía quiénes eran mis padres cuando me investigó. ¿Cómo pudo ocultarme esto todo este tiempo?—No te creo. Viktor nunca haría algo así —susurré, apretando mis uñas contra la carne de mis palmas hasta formar un puño.—Es mi hijo. Lo crié para ser el más cruel… para que se convirtiera en un rey en este imperio de dinero y muerte —habló con cierto dej
Viktor VolkovBerlín.Un punto neutral para los negocios, donde las balas no vuelan sin motivo y donde incluso los enemigos pueden sentarse en la misma mesa sin temor a ser asesinados de inmediato. Un lugar que Evelyn y yo conocíamos bien.El restaurante de lujo en el que acordamos vernos estaba a la altura de su estilo. Techos altos, luces tenues y un aire de exclusividad que hacía que hasta la hostilidad pareciera más elegante. Caminé con pasos firmes hacia la mesa privada donde Evelyn ya me esperaba. Vestía un elegante vestido negro, con su cabello perfectamente recogido en un moño bajo, y una copa de vino en la mano. Desde fuera, parecía relajada, pero la conocía lo suficiente para notar el leve endurecimiento en su mandíbula, la tensión en sus dedos alrededor del cristal. Estaba nerviosa. Y tenía motivos de sobra para estarlo.No esperé a que me invitara a sentarme. Me acomodé frente a ella, sin quitarme el abrigo ni relajar la postura. Había llegado aquí con un solo propósito,
La luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas de la habitación, bañando todo con un resplandor suave. Parpadeé lentamente, acostumbrando mis ojos a la claridad, antes de notar los detalles que me rodeaban.Sobre la mesita de noche, un oso de peluche azul de grandes orejas me observaba con ojos brillantes de vidrio. A su lado, un ramo de rosas rojas despedía un aroma embriagador, sus pétalos abiertos en perfecta armonía. Había una caja de chocolates con etiqueta en alemán, finamente envuelta, y un pequeño estuche de terciopelo negro.Mi corazón se encogió cuando lo abrí y vi el collar de diamantes descansando dentro, tan delicado y brillante que parecía una obra de arte, pero nada de eso me impactó tanto como la imagen de Viktor, sentado en un sillón a pocos metros de la cama.Su camisa estaba a medio desabotonar, revelando su clavícula y parte de su torso. Su cabello estaba ligeramente revuelto, como si hubiera pasado horas con los dedos entre sus hebras. Se veía cansado, c
Habían pasado dos meses desde mi última visita con la Dra. Romanov. La última vez que estuve en su consultorio, me confirmó que estaba embarazada, pero Viktor y yo decidimos esperar hasta que llegara a los dos meses para empezar con los controles prenatales. Ahora que ese momento había llegado, me sentía emocionada… y algo nerviosa.Viktor, como siempre, estaba un paso adelante. Se encargó de coordinar la cita con Romanov y de asegurarse de que todo estuviera perfectamente organizado. Me ayudó a ponerme el abrigo antes de salir de la mansión y, como era de esperarse, insistió en acompañarme, no me iba dejar asistir sola, aunque tuviera mucho trabajo.—¿Lista, malyshka? —preguntó, sosteniendo la puerta del auto para mí.—Sí —respondí con una sonrisa mientras me acomodaba en el asiento.El trayecto hasta la clínica fue tranquilo. Viktor tenía una mano en el volante y la otra descansaba sobre mi muslo, acariciándolo de vez en cuando, como si necesitara asegurarse de que estaba bien mient
El agua tibia del jacuzzi relajaba mis músculos mientras me recostaba contra el pecho de Viktor, disfrutando de la tranquilidad de la tarde. Llevábamos cerca de una hora en la bañera de hidromasaje dentro de nuestra habitación, rodeados del vapor y el aroma de las velas aromáticas que había encendido antes de meternos. —Malyshka, podríamos quedarnos aquí todo el día —murmuró Viktor en mi oído, su voz ronca y relajada. Sonreí, jugando con sus dedos bajo el agua. —¿Y quién te detiene? —Tú, porque en cualquier momento dirás que quieres salir —bromeó, besando mi hombro desnudo. Reí suavemente y giré mi rostro para mirarlo. En las últimas dos semanas, Viktor se había vuelto aún más protector, siempre asegurándose de que comiera bien, descansara lo suficiente y no hiciera el más mínimo esfuerzo. Me observaba con el mismo fervor de siempre, pero había algo más en su mirada: amor absoluto y una devoción que nunca antes había visto en nadie. Acaricié su mejilla con suavidad, contemplando
Estaba terminando de cepillar mi cabello cuando Viktor salió del baño, vistiendo únicamente un bóxer y frotando una toalla contra su cabellera húmeda. No pude evitar mirarlo con deseo, aunque sabía que, al principio, pondría resistencia… quizás.Aun así, ahora mismo solo podía pensar en el dolor en mis pies después de haber recorrido múltiples tiendas con Val en busca del vestido de novia ideal, sin éxito alguno.—¿En qué piensas, mi malyshka? —preguntó, clavando sus ojos grises en los míos.—En que no quiero tantas personas en la boda —respondí poniéndome de pie.Viktor acortó la distancia entre nosotros y posó ambas manos en mi cintura, trazando círculos suaves sobre la tela de su camisa blanca que llevaba puesta.—Bueno, hay ciertos amigos que puedo dejar fuera de la lista —comentó con una sonrisa.—¿Cuántos piensas invitar, al menos? —inquirí, ladeando un poco el rostro. Por favor, que no sean más de cincuenta, rogué internamente.—Treinta, pero sin contar a mi tía Fiorella y las
Las calles de San Petersburgo estaban vibrantes cuando Valeria y yo bajamos del auto. La brisa fresca acariciaba mi piel mientras observaba la imponente fachada de La Perla Blanca, una boutique exclusiva de vestidos de novia.Desde fuera, la tienda parecía sacada de un cuento de hadas. Grandes vitrinas mostraban vestidos exquisitos, cada uno más hermoso que el anterior. Cuando entramos, el suave sonido de una melodía clásica y el aroma de rosas frescas nos envolvieron.—Este lugar es increíble… —susurré, recorriendo con la mirada los estantes llenos de encajes y pedrería.Valeria me sonrió con emoción.—Te dije que aquí encontraríamos el indicado. Tienes que brillar más que nunca en tu boda, Alina.Una vendedora elegante se acercó con una sonrisa profesional.—Bienvenidas a La Perla Blanca. ¿Puedo ayudarlas en algo?Valeria tomó la palabra antes que yo.—Mi amiga se casa en tres días y necesita el vestido. Algo espectacular, digno de una reina.La mujer arqueó una ceja con leve sorpre
El jardín de la mansión de Viktor estaba iluminado por cientos de luces doradas que colgaban de algunos poster decorados con flores, creando un ambiente mágico e íntimo. La brisa nocturna acariciaba mi piel mientras me sostenía del brazo de Dmitry, quien me acompañaba hasta el altar improvisado, donde Viktor me esperaba, le pedí a este que fuera quien me entregara, ya que despues de todo él y mi futuro esposo tienen una relación muy cercana.Mi vestido era de un blanco puro, con encaje delicado y una larga cola que se deslizaba sobre el césped. Cada paso que daba sentía la emoción crecer en mi pecho, y cuando mis ojos se encontraron con los de Viktor, cubiertos parcialmente por su máscara, supe que no había marcha atrás. Él estaba impecable en su traje negro, con su porte dominante e imponente, pero en sus ojos grises había una calidez que pocas veces dejaba ver.El oficiante, un hombre de voz serena y profunda, comenzó la ceremonia en momento que nuestras manos se unieron.—Queridos