Capítulo VIII

Al despertar me ardían los ojos por llorar durante varias horas después de llegar a mi habitación, Teo se encontraba dormido a mi lado. Suspire pesadamente intentando enfocar todo en este aposento, vi en mi mesita de noche varias cosas: teléfono, una tarjeta de negra de algún banco, un estuche y una nota.

Te doy la confianza, no me falles, si intentas algo estúpido lo sabré y me encargare de cobrártelo muy caro.

Coronel

Decía la nota que rompí con mucha rabia, maldito imbécil.

Salí de la cama con molestia, camine hacia el baño y me di una ducha larga con la cual todo mi enojo disminuyo, pero mi odio hacia el coronel no. Busque la ropa más sencilla e hice lo mismo con el maquillaje, tome el puto teléfono y la tarjeta, me gastare su maldito dinero.

Al abrir la puerta me encontré con mi escolta.

—Llévame al centro comercial —ordene a lo que este asintió, no esperaba que fuera así de fácil. Empecé a seguirlo hacia una parte de la casa que reconocí como el lugar donde se encuentran los a
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