Capítulo 8

Con el desayuno terminado, nos levantamos de nuestros asientos y empezamos a caminar hacia la salida, la verdad es que me deja mal tener que dejar todos esos trastes sucios sobre la mesa, estoy demasiado acostumbrada a lavarlos y a limpiar el lugar donde comimos, pero el Alfa me ha dicho que no me preocupe. Como todo un caballero, me ha ofrecido su brazo para luego empezar a andar. En poco tiempo llegamos a la entrada del palacio.

Miro al cielo y está completamente despejado, la brisa que acaricia mi rostro es refrescante, muy diferente al aire que sopla dentro del palacio, esa es fría y hasta da repelús. Cuando salimos de la sombra del techo que está en la entrada, un pequeño gemido de placer se me escapa al sentir los rayos del sol calentando mi piel, ahí adentro parece que vive una criatura de las tinieblas, que además de que el aire parece viciado, la luz del sol no entra mucho y los pocos rayos que logran colarse, se sienten fríos.

Salgo de mi trance cuando escucho la voz del rey
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