Siento que algo se posa sobre mi pecho y bajo la mirada, los ojos llenos de angustia de mi mujer me regresan a la realidad, ella ha posado sus pequeñas manos sobre mí y trata de empujarme.
Tomo un poco de aire y suelto al lobo, ella enseguida se acerca a él, acaricia con ternura su cabeza y se disculpa con él repetidas veces. Luego se levanta del suelo y se gira hacia mí, ella todavía está temblando.
—Gracias por auxiliarme— Su voz es temblorosa y se nota que tiene ganas de llorar.
—¿Estas bien?
Me acerco a ella y pongo mis manos sobre sus hombros, no se atreve a mirarme, simplemente apoya su frente contra mi pecho, puedo escuchar su respiración agitada que poco a poco se va tranquilizando.
—Sí, gracias por preocuparse por mí y le juro que no fue mi intención provocar todo este problema.
Acaricio con delicadeza su cabello, tengo ganas de tomarla entre mis brazos y no soltarla nunca, decirle que a partir de ahora ella nunca más correrá peligro, ya que estaré ahí para protegerla y cuida