—No tranquilo, no te preocupes. Te prometo que mañana temprano estoy aquí para ayudarte cocinar esa parrilla. —dijo Julio.
— Es muy tarde, ¿Te vas para Valencia? —preguntó Sergio.
—No, amigo, me voy a quedar en Maracay.
—Está bien, mañana te espero entonces, pero vete en taxi. No te vas a llevar ese Ferrari rojo, a esta hora la ciudad es muy insegura. Déjame llamar a una línea de taxi de mi confianza. — dijo Juan.
Después que Julio se fue, Sofía, consciente de la inquietud de Daniela, les dijo a Juan y a Sergio.
— Fue toda una sorpresa enterarme de que nuestro cliente, Julio Fernández, era a su amigo. ¿Desde cuándo lo conocen?
Sergio y Juan se miraron dudando, porque dar esa información significaba revelar quién era Juan. Sergio tomó la palabra y le dijo.
—Bueno, nena. Lo conocí hace muchos años en una recepción en el canal donde trabajo y luego se lo presenté a Juan.
—¿Y qué clase de persona es? Digo es su amigo, lo conocen a fondo, ¿No es así?
Juan arrugó el entrecejo y le pregun