—¿Qué plan? Cuéntamelo rápido, quiero ser parte de cualquier plan que tengan —Marina se mostró muy entusiasta.
—Tranquila, no me voy a olvidar de ti.
—Por cierto, ¿cómo llegaste a casa anoche? —Lorena, habiendo contado ya lo suyo, comenzó a preocuparse por ella.
—¿Cómo crees? Pues… pues pedí un taxi —respondió Marina, nerviosa, evitando mirar a los ojos de Lorena.
—Hoy tengo tiempo, iré al bar a recoger el auto. Ya mandé a los muchachos esos a casa.
Lorena asintió, indicando que lo había oído, y se giró para buscar la bolsa de regalos que había traído.
Marina comenzó a caminar de un lado a otro, todavía sintiéndose culpable. No sabía si debía contarle lo que pasó con Ricardo. Fue apenas anoche que descubrió que Ricardo y César eran hermanos.
Si lo hubiera sabido antes, jamás habría pisado su casa frente a la playa, ni habría añadido su contacto, ni mucho menos quedado para cenar juntos.
—¿Estás bien? —preguntó Lorena, viendo cómo Marina daba vueltas en círculos.
—¡Ah! Sí, sí. Es que de