César cortó su filete en trocitos y se los pasó a Lorena, luego cambió los platos, colocando el filete de ella, cortado en pedazos grandes, frente a él.
Después de comer, regresaron al hotel para recoger las maletas e ir al aeropuerto.
Cuando llegaron, solo llevaban una maleta, pero al regresar ya tenían tres.
César entregó su maleta a Rajiv, y tomó las dos maletas de Lorena.
—Vámonos.
En el aeropuerto, Lorena vio un restaurante que llamó su atención. Pensando que el vuelo de regreso a Playa Escondida tomaría varias horas, decidió comprar un poco de pollo frito y fruta para llevar en el avión.
César pagó y cargó con la bolsa de pollo frito.
—Lorena, ya comiste bastante filete, ¿y ahora vas a comer más? ¿Por qué comes como una embarazada?
Lorena se quedó paralizada un segundo, pero enseguida se paró con naturalidad frente de él y respondió con sarcasmo:
—¡El preñado eres tú!
—Si crees que comes demasiado y no puedo mantenerte, no tienes que depender de mí.
—¿No depender de mí? ¿Entonces