La empleada salió.
Teresa se sentó en la silla de cuero de la oficina y, cuanto más pensaba en el niño de la foto, menos podía quedarse quieta.
¿Quién podría haber tenido un hijo con César?
En estos cinco años, además de la mansión en el Conjunto Los Prados a la que no pudo entrar, César tenía todo bien vigilado. ¿Cómo es posible que de repente apareciera un hijo?
Mirando la edad del niño, debería tener unos cuatro o cinco años.
¿Hace cinco o seis años? ¿Lorena?
No, ella está muerta.
¿Acaso César tuvo otra mujer de la que no sabía, o fue algo de una noche?
Teresa pensó con inquietud, así que decidió subir a la planta superior para confirmar sus sospechas.
Piso de arriba, oficina del presidente.
—¿Pequeña Lina, sabes dónde está el niño que trajo el presidente? —Teresa sonrió, tratando de mostrarse amigable.
Solo ella sabía que su sonrisa no llegaba a sus ojos.
—¿Te refieres a Andi? Justo ahora creo que el presidente lo ha mandado a su casa. —Lina sonrió, feliz de