La luz del amanecer se filtró suavemente por las cortinas de la habitación, iluminando el rostro sereno de Isabella mientras dormía. Francesco despertó, notando que Isabella ya no estaba a su lado. Se incorporó lentamente, mirando hacia el baño, donde escuchó el sonido del agua corriendo. Unos minutos después, Isabella salió, envuelta en una bata, con el cabello húmedo y peinado con elegancia. Aunque aún se notaba la fatiga en sus ojos, su postura era firme, como si estuviera decidida a enfrentar el nuevo día.
—Buenos días —murmuró Francesco, levantándose de la cama y acercándose a ella.
—Buenos días —respondió Isabella con una sonrisa leve, pero sincera.
Francesco la besó suavemente en la frente antes de dirigirse al baño para ducharse y prepararse para el día. Mientras se vestía, Isabella tomó al pequeño Marcos en sus brazos, susurrándole palabras dulces antes de entregarlo a Sofía, la niñera, para que lo alimentara.
Francesco e Isabella bajaron al comedor, encontrando a la familia