En la barra del bar, a media luz y sin miradas ni clientes, Karly y Mike bebían unas copas mientras conversaban sobre sus vidas, sueños y anhelos. Ella se quedó observando sus profundos ojos cafés que brillaban; su sonrisa era cautivante e irresistible. Posó su mano sobre la de él y, sin temor, lo besó. Mike la miró con asombro, aunque sus ojos estaban cerrados. Titubeó un instante, pero sin poder evitarlo, cayó rendido ante los besos de Karly. Ella posó sus manos en el cuello de él.
¿Eran las copas? ¿O algo más? Ella le miró fijamente, logrando hacerlo sonrojar. Karly le preguntó directamente si sentía algo por ella. Habían estado hablando, saliendo de vez en cuando, tomándose de las manos. Ella lo había esperado a que cerrara el bar, y en otras noches, le ayudaba a organizar. Mike, sonriendo con decisión, le expresó lo que sentía. Karly no podía negar que le atraía. Además de disfrutar de su compañía, el tiempo que pasaba con él era realmente satisfactorio. La conexión parecía ir má