Resaca y Una Boda
El dolor punzante en su cabeza fue lo primero que sintió. Luego, el peso de unas sábanas extrañas sobre su piel desnuda. Maggie entreabrió los ojos con una mueca, parpadeando contra la luz matinal que se filtraba por las cortinas.
Cuando intentó moverse, un brazo firme y masculino se deslizó sobre su cintura, impidiéndole escapar. Su corazón dio un vuelco y entonces, como una avalancha implacable, los recuerdos de la noche anterior la golpearon.
El brindis en la terraza. Las risas. El descarado coqueteo de Lorenzo. El calor del whisky mezclado con su encanto peligroso. Su voz ronca susurrándole cosas en italiano que, aunque apenas entendió, le encendieron la piel.
Y luego…
Bueno, una noche desenfrenada de placer.
Maggie cerró los ojos con fuerza, sintiendo cómo el calor subía a su rostro.
Demonios.
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